Visto que se han recibido 240 visitas sin hacer nada, uno casi tiene el vicio de dejarse llevar y esperar que el éxito llegue a la puerta propia. Pero como hemos adaptado un compromiso moral y formal con una apetitosa audiencia hay que ir arrancando la maquinaria. Que const en acta que la forma de las entradas primeras no será la definitiva, intentaremos hacer unas fichas ordenadas, de estas de mirar y quedar maravillado con el orden, pero poco a poco.
La historia de este lugar que paso a comentar viene dada por un interés demográfico. El buen comedor sabe que no hace falta andar mucho para satisfacer el paladar. Además a esto hay que unirle que después de meterse una buena panzada, lo último que pide el cuerpo son movimientos voluntarios. La digestión es un trabajo de tiempo y si somos malos patrones con nuestro aparato estomacal podremos poner en peligro nuestro intestino. 
Es decir, que este bar me pilla cerca de mi actual ubicación compostelana. Seamos francos, término también muy santiagués, el primer punto de unión fue en relación a los escasos 50 metros que separan mi portal de este local tradicional.
Lo primero que uno encuentra al entrar al 'Mariñeiro' es un espacio enorme, hay muchas mesas, casi todas vacías, e incluso una parte de arriba, usada en mejores tiempos para dispensar populosas comidas.   Puede que alguno piensa que es un local a menos, y no andará desacertado. Pero esta propia circunstancia determina un éxito anterior, un éxito que siempre se acaba colando en alguna parte del servicio ofrecido. 
El establecimiento está regentado por una pareja de media edad, ese espectro que incluye a todo habitante de entre 30 y 60 años, hasta que los tiempos de jubilación atrasados nos obliguen a ampliarla hasta límites insospechados. El caso es que a primera vista un hombrecillo, que recuerda al abuelito de 'Up'; te recibe con la extrañeza de tener un cliente joven y nuevo. Reconozcamos que estos establecimientos tradicionales tratan como un forastero al cliente no diario, pero lo tratan con igual oferta, todo es cuestión del trato humano. Si eres un infiel en esto de la 'cultura barítima' no pongas empeño en las caras largas que puedes encontrar, ya que en el fondo son un lado muy humano de la profesión hostelera, que acaba por gastar y minar a cualquiera.
Pero el trato personal, para alguien a quien le encanta ir solo de paseo, no repercute más que un valor añadido. El caso es que he tenido la oportunidad de comer y tomar algo en diversas ocasiones y el servicio ha sido el siguiente:
CAÑA: 1,60 € (San Miguel)
TAPA: Como hemos prometido, clasificamos por días.
Lunes: Pincho de tortilla, pimientos de padrón y una bandeja de frutos secos.
Martes: Pequeña tosta de queso, tomate y jamón; y una bandeja de galletitas saladas.
La sensación general es de que los pintxos están bien preparados, usualmente he ido a horas bastante tardías, incluso cercando la hora de cierre, que se sitúa sobre las 11h, y en ningún momento me han negado un bocado. 
De igual modo he ido a cenar en varias ocasiones, proponiéndome siempre el menú del día, cuando esta suele ser una alternativa propia del mediodía. Pese a todo no es un sitio que se preste abiertamente a comer, ya que tan solo encontramos una indicación en la entrada acerca de la oferta alimentaria. Pero para algo nos han dotado con el don de la educación, para preguntar y pensar que estamos preguntando. Luego la cocinera, siempre dispuesta en un extremo de la larga barra del local, cuhicheará con el hombrecillo para descubrir que he pedido, mirará de reojo mi semblante y fruncirá ligeramente el ceño. Cuando uno rompe las rutinas, aún en tiempo de crisis total, el roto se ofende, por poco que sea. 
Como ven, dale que dale, matizando paso a paso, me estoy centrando en lo personal, pero es que un buen comedor no deja de ser un petit psicólogo, un hombre dedicado a analizar todo lo que llega a su boca y ojos, alguien con todos los sentidos alerta. 
Pero de este local solo puedo decir que mis papilas gustativas siempre han estado contentas. En la foto que adjunto, se puede contemplar uno de los platos del menú. Es una 'Richada', término culinario que he incorporado recientemente a mi vocabulario. Se trata de una receta galaica, fácil de hacer, que solo necesita buenos materiales.
Poco me duró en el plato, pese a lo caliente que estaba, calentura esta que era de recién hecha y no de recalentado. Los ingredientes del mismo eran unos filetes de ternera finos, cortados en tiras, muy jugosos. Además llevaba pimientos en tiras, cebollas, aceite y un punto justo de sal. El plato burbujeante se sirve en cazuela de barro. Decir de este recipiente que le da un toque especial a todas las comidas, y en él solo se pueden comer buenos manjares.
Pero antes de esta suculencia cárnica pude tomar unos canapés compuestos por jamón, salmón y tomates cherry. Además de la bebida y el pan uno puede tomarse postres apetitosos. Desde la tradicional tarta de Santiago hasta un Queixo de Tetilla con membrillo. Esta última fue mi elección, posiblemente motivado por la gula y los buenos sabores. He de confesarme pecador en el tema quesero, no negándome ante cualquier variedad. Dios me pille confesado y con el colesterol controlado. En el postre se nota cuando comes en un sitio casero, en un sitio que intenta incluirte en su quehacer diario. Con algo tan simple como el corte de la pieza uno sabía que ese plato se pudo haber comido perfectamente el que se sitúa de detrás de la barra. Un pedazo irregular, grande, consistente, sin pensar en la rentabilidad que se le pueda sacar.
Poco me duró en el plato, pese a lo caliente que estaba, calentura esta que era de recién hecha y no de recalentado. Los ingredientes del mismo eran unos filetes de ternera finos, cortados en tiras, muy jugosos. Además llevaba pimientos en tiras, cebollas, aceite y un punto justo de sal. El plato burbujeante se sirve en cazuela de barro. Decir de este recipiente que le da un toque especial a todas las comidas, y en él solo se pueden comer buenos manjares.
Pero antes de esta suculencia cárnica pude tomar unos canapés compuestos por jamón, salmón y tomates cherry. Además de la bebida y el pan uno puede tomarse postres apetitosos. Desde la tradicional tarta de Santiago hasta un Queixo de Tetilla con membrillo. Esta última fue mi elección, posiblemente motivado por la gula y los buenos sabores. He de confesarme pecador en el tema quesero, no negándome ante cualquier variedad. Dios me pille confesado y con el colesterol controlado. En el postre se nota cuando comes en un sitio casero, en un sitio que intenta incluirte en su quehacer diario. Con algo tan simple como el corte de la pieza uno sabía que ese plato se pudo haber comido perfectamente el que se sitúa de detrás de la barra. Un pedazo irregular, grande, consistente, sin pensar en la rentabilidad que se le pueda sacar.
Juro que es de esos sitios a los que hay que dar un voto de confianza. Por todo lo comentado pagué religiosamente 9 euros y lo consideré una inversión muy agradecida.
Finalmente dictamos otorgarle un 8/10, destacando el buen gusto de los productos ofertados, la tranquilidad del ambiente y la rapidez en la atención. Los únicos peros van más asociados a la imagen y al trato, al que le pediríamos una cercanía moderada, pero siendo comprensibles del formato y tipo de lugar. Por eso valoraremos a cada sitio en relación a la imagen que quiera ofrecer, por eso las puntuaciones no son numericamente estables, ya que las exigencias difieren de un lugar a otro.
Finalmente dictamos otorgarle un 8/10, destacando el buen gusto de los productos ofertados, la tranquilidad del ambiente y la rapidez en la atención. Los únicos peros van más asociados a la imagen y al trato, al que le pediríamos una cercanía moderada, pero siendo comprensibles del formato y tipo de lugar. Por eso valoraremos a cada sitio en relación a la imagen que quiera ofrecer, por eso las puntuaciones no son numericamente estables, ya que las exigencias difieren de un lugar a otro.


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