Este espacio estaba agotándose por la hambruna, y no porque los autores cesasen en su empeño de dotarse de calorías para el periodo invernal. Podríamos hablar de falta de medios técnicos, de empachos pero en realidad se ha tratado de una holgazanería transitoria que hemos solventado con un trago de Ribeiro.
Nuestra ruta gastronómica pretende recorrer todos los ambientes posibles. Puesto que el lector puede verse en situaciones diversas queremos hacer recomendaciones para todos los bolsillos. Cuando uno se crea en el ambiente universitario se ve en la obligación de administrar sus capitales al detalle, cada comida se convierte en un equilibrado contenido de calidad y precio. 
El entorno del que hoy hablaremos es nada más y nada menos que una Cafetería Universitaria. Lugar este donde podrá ver desde jovenzuelos hartándose de bollería hasta profesores catedráticos, o con visos de serlo, calmando su sed con caldos blancos. Suelen ser sitios acogedores por el tumulto humano que los invade pero muy austeros en cualquier otro tipo de prestación. Habitante este que escribe, del Campus Norte santiagués muchas veces ha tenido que hacer tiempo en cafeterías de este estilo. El caso es que hoy, me he visto en la obliga de cubrir unos papeles antes de someterme a un laborioso trámite burocrático. Pude escoger la Facultad de Ciencias de la Comunicación como pupitre particular, el que he usado durante tanto tiempo, pero consideré que volver a ella sería un paso atrás en mi compenetración académica, por lo que rehusé esa opción y me dirigí hasta la cafetería de la Residencia Universitaria Burgo das Nacións. Este complejo resulta ser el mayor de toda la universidad compostelana y sobre este privilegio abre sus puertas una de las mayores cafeterías-comedores del mismo.
En términos de arquitectura, puesto que todo lugar se define por su contexto; el lugar se distribuye en forma de larguísima cristalera, pudiendo ver desde cualquier mesa parte del Auditorio de Galicia, uno de los puntos referenciales de la capital gallega. El personal hostelero viste de uniforme, sin aspavientos, pero siguiendo una etiqueta de camisa blanca y pantalón negro. Trabajan ágilmente, dos personas, no más por turno, para atender a las tropecientas mesas que se distribuyen a lo largo de un amplio piso. Lo que uno no puede ni debe pretender es encontrarse con un servicio personalizado, puesto que por allí circulan numerosas personas día si y día también, pero por lo menos se agradece la celeridad en la atención.
Estos bares son una mezcla entre lo público y lo privado, debido a las concesiones otorgadas. Lo que uno piensa nada más llegar es que la bebida puede tomarse de un trago, puesto que la comida se paga aparte. Esta situación es la tónica general de las cafeterías universitarias, a donde los estudiantes acuden entre clase y clase ávidos de nutrientes, y eso es aprovechado por el servicio de la cantina. Como buen ex-estudiante me dirigí a pedir una clara mañanera, que para el caso equivale al precio medio de la caña, recordando esta nuestro precio de referencia y esto fue lo que me encontré:
-Clara de Limón (Estrella Galicia) 1,20 €
-4 pinchos: 2 trozos de Pizza de Jamón y Queso; 2 trozos de empanada de Atún (Recién hecha).
Casi se me llenan las cuencas oculares de lágrimas al recibir un presente del sector público, pero os juro que aguante como un campeón. He de recordar que estos sitios tienen encanto 0 pero son funcionales y prácticos, que para el caso es suficiente. Aún con el impacto en el cuerpo decidí que las 12:43 era una hora demasiado pronto para comer, y pese a mi instinto germánico por llevar unos horarios europeos, preferí esperar hasta más tarde. De todos no obvié echarle un vistazo al Menú del Día del que también disponen en la parte inferior, a modo de self-service. Cualquier puede acceder al mismo y se sirve entre la 1:30 y las 3:00. Puesto que yo llevaba mi recetario encima recuerdo solo un componente de ambos platos, pero creo que sirve de ejemplo perfecto para ver la relación calidad precio.
Menú del Día
Primer Plato
Raviolis de Carne
Segundo Plato
Hamburguesa con patas fritas
Postre, pan, café y bebida (agua)
Precio: 5,5 €
Propuesta nada despreciable, pero no evitemos comentar el aspecto subvencionado del lugar, y el público que allí nos encontraremos. La gastronomía y el placer digestivo van mucho más allá de la mera anécdota.
Pese a todo. Por servicio y calidad, restando la ubicación solo apta para universitarios, habitantes de la histórica barriada de Vite y transeúntes varios; la calificación resulta ser la siguiente:







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